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La relación tóxica del cerebro con las drogas 🚩🚩🚩
Actualizado: 11 may 2022
Artículo realizado por Sofía Villarruel y Luis Carrasco, Asesores CIH
Resulta ser que el cerebro de todos los humanos tiene neuronas que se conectan entre ellas y transmiten información de unas a otras mediante los neuro-transmisores, hasta aquí todo va bien.
Peeero, si decides invitar a las drogas a esta interacción, interferirán en la forma en que las neuronas envían, reciben y procesan las señales que transmiten los neurotransmisores.
Si cuando eres adulto te hacen daño, la cosa se puede poner más complicada si eres adolescente. Whyyy? porque tu cerebro está en desarrollo y necesitas dejarlo trabajar solito, hay zonas que todavía están madurando.
Si tú invitas a las drogas, él (cerebro) no está listo para recibirlas e inicia la relación tóxica de dependencia.
Ahora, todos tuvimos el típico compañero que copia en los exámenes, algunas drogas, como la marihuana y la heroína, son de esta calaña… tienen la capacidad de activar neuronas porque su estructura química es similar a la de un neurotransmisor natural del organismo; esto permite que se adhieran a las neuronas y las activen. Si bien andan de copionas, estas drogas imitan las sustancias químicas propias del cerebro pero no activan las neuronas de la misma manera que un neurotransmisor natural y provocan el envío de mensajes anormales a través de la red.
Otras drogas también se pasan de lanza, como la anfetamina o la cocaína, pueden hacer que las neuronas liberen cantidades anormalmente altas de neurotransmisores naturales o que, al interferir con los transportadores, eviten el reciclaje normal de estas sustancias químicas del cerebro. Esto también crea un caos amplificando o alterando la comunicación normal entre las neuronas, así como el juego del teléfono descompuesto.
En una relación tóxica siempre habrá varios involucrados. Chacachachaaan, veamos qué zonas del cerebro son las afectadas.
Los ganglios basales

Con ustedes los ganglios basales, que cumplen una función importante en las formas positivas de motivación —incluidos los efectos placenteros de actividades saludables como comer, interactuar socialmente o tener actividad sexual— y también participan en la formación de hábitos y rutinas.
Son claves en el circuito de recompensa del cerebro donde las drogas generan hiperactividad, lo que produce la euforia que se siente al consumirlas.
Pero cuando la presencia de la droga se repite, el circuito se adapta y disminuye su sensibilidad, lo que hace que a la persona le resulte difícil sentir placer con algo que no sea la droga.

Los amígdala extendida
Le damos la bienvenida a la amígdala extendida, ella cumple una función en las sensaciones estresantes como la ansiedad, la irritabilidad y la inquietud, que son características de la abstinencia una vez que la droga desaparece del sistema y motivan a la persona a volver a consumirla.
A medida que aumenta el consumo de la droga, este circuito se vuelve cada vez más sensible. Y con el tiempo, una persona con trastorno por consumo de drogas ya no las consume para lograr un estado de euforia, sino para aliviar temporalmente ese malestar.
O sea, que al final de cuentas no te conviene porque la euforia no se quedará para siempre.
Los corteza prefrontal

Nuestra última invitada, la corteza prefrontal:
“Hola, yo soy como el control de tu Xbox, dirijo la capacidad de pensar, planificar, resolver problemas, tomar decisiones y controlar los propios impulsos. Soy la última parte del cerebro en alcanzar la madurez, lo que hace que seas más vulnerable si eres adolescente, pues aún me faltan algunos botones y no lograrás la actualización reciente si me pirateas con drogas y no permites que madure a mi ritmo”.

La dopamina
Ohhhh, tenemos una invitada sorpresa, no la esperábamos, es la dopamina, quien se encarga de generar sensaciones placenteras en el cerebro y las drogas pueden agandallarse esta función. La sensación de placer es la forma en que un cerebro sano identifica y refuerza conductas beneficiosas como comer, socializar o tener actividad sexual y nos invita a buscar repetirlas.
Cada que tenemos una experiencia sana y placentera, una ráfaga de dopamina envía la señal de que está sucediendo algo fregón y es necesario recordarlo.
Esta señal de la dopamina crea cambios en la conectividad de las neuronas que hacen que resulte más fácil repetir la actividad una y otra vez sin pensar en ello, lo que lleva a la formación de hábitos.
Las drogas producen una euforia intensa, con oleadas de dopamina mucho más grandes, lo que refuerza poderosamente la conexión entre el consumo de la droga y el placer resultante. Las grandes oleadas de dopamina le enseñan al cerebro a buscar drogas y a dejar de lado otras actividades que también te hacían sentir bien.

El cerebro de una persona que consume drogas se ajusta y produce menos neurotransmisores en el circuito de recompensa o reduce la cantidad de receptores que pueden recibir señales. Por lo tanto, también se reducirá la capacidad que tenías para experimentar placer con actividades cotidianas que estimulan esta recompensa en forma natural.
Por eso, una persona que abusa de las drogas acaba por sentirse apagada, sin motivación, desanimada o deprimida y no puede disfrutar de cosas que antes le causaban placer. A esa altura, necesita continuar consumiendo drogas para sentir apenas un nivel normal de recompensa, lo que solo empeora el problema y crea un círculo vicioso.
Fuente: Julio 2020. Teaching Addiction Science del NIDA o la serie Mind Matters en www.drugabuse.gov/parent-teacher.html.
Fuente: National Institute of Drug Abuse (NIDA), National Institutes of Health (NIH), USA. https://www.nih.gov